Es inevitablemente horriblemente frustrante ver como las cosas que eran ya no son y que es como si nunca hubiesen sido, como si el agujero que te deja en el alma la falta que te hace todo aquello que pensaste que jamás te iba a faltar te falta. Y lo que te sobra te toca comértelo al seco.
He pensado en el presente y en el futuro, en el abismal gigante de cosas que tengo en contra y quizás lo mejor sea olvidar mi inverosímil treta de intentar regresar al piso once, cuando aún la ciudad siendo de mierda iluminaba y titilaba al ritmo de nuestros inocentes latidos. Ya no soy el mismo, te has perdido y la vida me impedirá encontrarte...
He pensado en raptarte de tu realidad, traerte a mi y darte todo lo que tengo para ti, todas esas historias que por orgullo me comí, todos los besos que preferí guardarme y todas esas sorpresas antes de que se pudran en mi interior. Pero quizás ya es muy tarde, has conocido mis cicatrices; mis lunares ya te saben a lo mismo y es algo contra lo que no puedo luchar.
Cuando al fin me doy por vencido te encuentro en sueños, me pides que lo intente una vez más, que no me rinda y me recuerdas esa carta que escribí hace unos años en los que sin remedio te hallaste protagonista, y con tu voz de la que me he enamorado como un niño que la ha escuchado durante nueve cortos meses, me haces sentirte real y posible aún...
Todo lo que tengo es para ti, aunque no lo quieras, no me busques y no me leas.
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