sábado, 7 de septiembre de 2013

Quien te viera volver

Quien te viera volver
elevando plegarias a un cielo desterrado
aniquilando madrugadas a pasos gigantescos
quien te viera volver que recuerde el otoño
y pinte anaranjadas las hojas de los árboles
que en mi espalda se encajen tus manos astilladas
afianzado a las lánguidas sentencias de tus ojos
subrayados de gris por insomnios sin nombre
quien te viera volver que recoja tu canto
que almacene tus ecos en la caja de un piano
quien te viera volver
que acorrale tus piernas y te muerda las uñas
Más que eso y que nada
si volvieras acaso sin que yo lo supiera
y quien sea (alguna sombra, un gorrión, el vecino)
te miraran volver
no dudes en pedirles
que te traigan conmigo

¡Que quede entre tú, yo y la libertad!

Hoy me han dado ganas de escribirte aunque sé que no me lees. Desempolvando mis viejas ambiciones encontré una tonelada de canciones, poemas, proyectos sin concluir que aún no huelen a podrido. Muchos de ellos tienen cosas que hicieron que mi gesto de intentar recordar el cuándo, como y donde no fuese para nada fingido. ¡Yo! Hace 3 años. Desempolvé también carpetas de cuando solía hacer beats y rapeaba versos tal vez no con demasiado ingenio lírico pero sí con bastante corazón.

Cada sampleo, las alegrías increíblemente estúpidas de recibir cuarenta mil visitas en el primer beat que llegué a subir a Youtube, letras criticando la sociedad, la esclavitud, la prostitución y posteriormente cosas a las que yo consideraba más maduras, más oscuras, en fin. Cuadernos llenos de sueños jóvenes que por alguna razón no volví a saber de ellos.

Uno de mis propósitos de mi presente es retomar cada proyecto que abandoné sin dejar explicaciones, sacar lo mejor de ellos y a aquellos que no tienen salida, darles santa sepultura a las afueras de las calles memoria justo allí donde sueles sentarte a verme todos los 6 de mes y sonreír de la manera más real que lo has hecho desde que te conozco...

Ya hay muchas cosas en las que no creo, y el futuro que se veía prometedor para el chamo que improvisaba en la ducha, en el recreo, en la Plaza Bolívar y en la Sadel es más incierto que nunca. Cuando somos jóvenes aún tenemos la posibilidad de no terminar con el aura gris y con sueños verdes y cosmopólitas. Aún tengo cura.

Compañera, si existes te prometo que cuando te encuentre te enamorarás de mi manera de pensar y en el mundo que podemos crear dentro de esta cárcel de concreto y mierda en la que nos tocó vivir. Si me conociste feliz, te prometo que volveré a serlo, si me conociste triste yo te juro que no soy así. Si no me conozcas te advierto que tienes más que perder si lo haces a quedarte en la penumbra de lo que pudo ser y no será... Lo que es ya fue y lo que ya fue es como si nunca hubiese sido.

No hay final que no signifique volver a buscarnos, volver a encontrarnos, y encontrarnos un puesto en el "siempre"... Sin importar lo efímero que pueda ser ese siempre...

Que quede entre tú, yo y la libertad... 

miércoles, 28 de agosto de 2013

Empezar de cero.

Quizá mi amigo Doc no le moleste que tome prestado su automóvil siempre y cuando McFly me acompañe. Entre otras cosas imposibles sé que no soy el único que ha deseado con toda su fuerza humana disponible poder comenzar algo de cero.

Es inevitablemente horriblemente frustrante ver como las cosas que eran ya no son y que es como si nunca hubiesen sido, como si el agujero que te deja en el alma la falta que te hace todo aquello que pensaste que jamás te iba a faltar te falta. Y lo que te sobra te toca comértelo al seco.

He pensado en el presente y en el futuro, en el abismal gigante de cosas que tengo en contra y quizás lo mejor sea olvidar mi inverosímil treta de intentar regresar al piso once, cuando aún la ciudad siendo de mierda iluminaba y titilaba al ritmo de nuestros inocentes latidos. Ya no soy el mismo, te has perdido y la vida me impedirá encontrarte...

He pensado en raptarte de tu realidad, traerte a mi y darte todo lo que tengo para ti, todas esas historias que por orgullo me comí, todos los besos que preferí guardarme y todas esas sorpresas antes de que se pudran en mi interior. Pero quizás ya es muy tarde, has conocido mis cicatrices; mis lunares ya te saben a lo mismo y es algo contra lo que no puedo luchar.

Cuando al fin me doy por vencido te encuentro en sueños, me pides que lo intente una vez más, que no me rinda y me recuerdas esa carta que escribí hace unos años en los que sin remedio te hallaste protagonista, y con tu voz de la que me he enamorado como un niño que la ha escuchado durante nueve cortos meses, me haces sentirte real y posible aún...

Todo lo que tengo es para ti, aunque no lo quieras, no me busques y no me leas.

martes, 27 de agosto de 2013

Juliett (poema)

Juliett sabías que aún doy vueltas en la plaza?
buscándote entre espectros y fantasmas
y la niebla me consume,
justo antes de llegar a casa.

sabías que no soy el mismo hombre
de  diez minutos atrás?
y que tu eres otra, y doy por cierto
que no te conozco ya.

Este es un amor, que sólo con el odio se ha de entender.
Oh Juliett, ya no eres mi mujer.

Juliett sabías que nunca fui lo suficientemente fuerte?
Para poder domar tu salvaje mente.
Y que siempre supe
Que buscabas algo diferente.

sabías que no soy el mismo niño
de tres años atrás?
y que tu eres otra, y doy por cierto.
que me das curiosidad.

Este es un amor, que sólo con el odio se ha de entender.
Oh Juliett, ya no eres mi mujer.

Yo no estoy jugando contigo,
a menos que creas que lo estoy haciendo.
Te regalo mi tranquilidad y mi alma.
Creo que aún no aprendo.

Este es un amor, que sólo con el odio se ha de entender.
Oh Juliett, ya no eres mi mujer.

lunes, 26 de agosto de 2013

te odio.


"Este viejo odio 

que hiela los jazmines, 
ama tu figura aborrecible. 
Y así, si te marchas, 
quedan los rencores 
para recordarme las razones 
de por qué me eres imprescindible, 
de por qué te extraño aunque me olvides."

Mi corazón en pausa, y el tuyo seco. Me odio, odio contar los días, odio leer tu sentencia entre líneas y aún así preferir ser ciego antes de jugar a descifrar cada mentira. Odio extrañarte mientras me olvidas. Odio no querer ni poder ni imaginar olvidar... Odio hacerte fácil el trabajo de alejarte sin extrañarme... Sin morir cada noche como lo hago yo. En búsqueda de otra estrella fugaz... Odio que no sientas. Odio seguir tu rastro y no encontrarte del otro lado del espejo... Te odio de la misma manera que te echo de menos... 



"Y odio el cielo en tu rostro y las dudas, de echarte al olvido o llamarte, para contarte, qué sé yo...



en las ausencias con esos sentimientos tan fuertes y contradictorios que nos fastidian a nosotros mismos....
Te odio Ninella, te amo.


...que sigo existiendo, que te odio por fin, que no sé si el mundo resiste sin ti"


jueves, 22 de agosto de 2013

Penélope espera en Peumayén

En una ciudad portuaria como Peumayen, se podrán imaginar, las leyendas están en todas partes. Leyendas de monstruos marinos que devoran a navegantes, o que los salvan. Leyendas de amantes que se ahogaron nadando hacia el futuro. Leyendas de buques fantasma condenados por su ambición. Y como no también, inevitablemente, leyendas de despedidas.

La protagonista de esta leyenda, de esta despedida, se llamaba, como no, Penélope. No sé si el se llamaba Ulises. Y ella despidió a su amado, no muy lejos de aquí, en la costa, agitando el pañuelo blanco del desconsuelo, viendo como el horizonte consumía, a lo lejos, las velas del barco en que viajaba el hombre de su vida.

Él antes de marchar le dijo a ella:

"Amor mio tengo que partir. Nuevos horizontes me esperan. Allá donde el mar y el cielo juntan sus labios. Tesoros escondidos en el fondo de un cofre enterrado en una playa que no aparece en ningun mapa, en lejanos acantilados donde el mar susurra mi nombre a golpe de ola. Amor mi tengo que marchar, pero espérame. Espérame, por que... espérame. Regresare si, seremos los mismos, pero con la certeza de haber emprendido el viaje que anunciaban las sirenas, con la certeza de haber asumido el reto de estar vivo. Adios"

Se dieron un largo beso de pelicula y el se subio a su velero y se fue...

Y Penelope se quedo esperando, día tras día, mes tras mes, apretando el pañuelo blanco del desconsuelo contra el pecho, soñando ser fanal que atrajera a su amante. Con los ojos heridos por el salitre y el alma roja por los sargazos, mirando el lejano horizonte, tratando de adivinar la silueta de un barco lejano que le trajera de vuelta a su hombre.

Total que espero muchisimo la mujer y nosotros aqui en Peumayen soliamos acercanos a ella para hacerle mas llevadera la espera. Le dabamos conversacion y le contabamos cualquier chisme de aqui para hacerle mas llevadera la espera, sobre todo para apartar su mirada del horizonte lejano y traerla de vuelta hasta nosotros, y le deciamos cualquier cosa que "Si no se quien se enrolla con no se cual", pero por lo general no hacia ni caso, seguia empeñada en buscar aquel velero, la silueta lejana de un barco que le trajera de vuelta a su vida.

Estaba una tarde ella, como tantas otras, en la playa, con los pies enterrados en la arena, la arena que vertio su reloj de tanto esperar, de nuevo solo sonaba el leve rumor del mar, el viejo faro de Peumayen empezaba a parpadear, nuestra amiga la gaviota cruzaba el cielo naranja. Penelope divisaba el horizonte tratando de encontrar su velero, esperando y esperando, y mientras, haciendo repaso de lo vivido, Penelope reflexionaba, tratando de llegar quizas a alguna conclusion, haciendo repaso de los caminos tomados, de las desiciones tomadas, y Penelope se dijo a si misma:

"Hasta aquí hemos llegado, yo ya no espero mas. Que voy a estar toda la vida esperando?"

"Se marchó a buscar nuevos horizontes, y no supo encontrarlos en la curva de mi espalda. Se marchó a buscar un tesoro, que se fue, a madrid?, llevan toda la puñetera vida buscandolo. Yo me voy"

Y efectivamente, al dia siguiente Penelope dejo Peumayen. Tenias que verla, de camino al autobus que le sacaba de la ciudad, con una sonrisa que no le cabia en la cara y nosotros le deciamos:

- Hasta pronto Penelope.

Y ella decia:

- Hasta nunca Chaval.

Y se fue para un pueblo del interior, que el salitre y los sargazos ya le habian jodido suficientemente la salud.

Y pronto encontró trabajo como taquillera en un viejo cine de barrio,y le va bien ahora anda en amores con el muchacho que trabaja en el proyector. Y es feliz. No solamente porque el muchacho que trabaja en el proyector tiene 15 años menos que ella, que todo influye.

Le van bien las cosas, del tipo que se marchó en su barco no hemos vuelto a saber nada, por lo menos aqui en Peumayen.

Penelope piensa en el? Si. Algunas tardes de inviernos cuando duelen esas viejas heridas que parecen no cicatrizar nunca y cuando en la pantalla de su cine aparece un barco sarandeado por un mar embravecido, entonces Penelope, como en aquella ocasion, hace repaso de lo andado, de las desiciones tomadas, de los caminos desechados, trata de llegar a alguna conclusion y se dice:

"Pobre tipo, no sabe lo que se perdio."

lunes, 19 de agosto de 2013

Damián y El Espejo

Antes que nada quiero aclarar que esta es una historia de Fabio Fusaro y parafraseada por mi, cambiando las expresiones y argentismos para hacerlo lo más agradable posible. Mis infinitos agradecimientos al maestro Fusaro. En el futuro tal vez cite algunas de sus frases.


Damián salió de la ducha y se paró frente al espejo. 

Batió la crema de afeitar, se puso un poco en la mano y comenzó a pasársela por la cara.
Su cuerpo estaba ahí, pero su mente estaba en otro lado. En el mismo lugar que había estado durante las últimas seis semanas.

Un “Hola” proveniente de algún lado lo sacó de su letargo.

Giró la cabeza en un acto reflejo, pero obviamente no encontró a nadie. La voz le parecía extremadamente familiar.

-Acá, Damián, en frente tuyo –volvió a escuchar.

Casi con temor miró hacia delante y se encontró con la triste imagen de sí mismo que el espejo le devolvía.

-Sí chamo, soy yo el que te habla…o soy tú, como quieras llamarme…tanto tiempo ¿no? –le dijo su reflejo.

La sensación de temor cambió inmediatamente por una mezcla de sorpresa, vergüenza y culpa.

-Me tienes olvidado, oiste? –le dijo el del espejo con un tono que mezclaba el reproche con el dolor.

-No...bueno…un poco…tu sabes como estoy... -respondió Damián.

-Sí, claro que lo sé. Me acuerdo como nos gustó la chamita esa el día que la conocimos.


-Y bueno, entonces me entiendes.


-Tú dijiste “es un ángel”….y yo te dije “cálmate hermano... ve poco a poco”, pero a partir de ahí te arrancaste solo y te olvidaste de mí.

-Coño chamo…no estoy para reproches…estoy vuelto mierda... No estaba preparado para perderla... No puedo olvidarla...


-Dami…todos estamos preparados para perder cualquier cosa y para seguir adelante. Lo que no podemos es olvidarnos de nosotros mismos. Y tú te olvidaste completamente de mí. –le dijo el espejo.

-Sí, puede ser…


-¿Puede ser?  ¿puede ser?...¿Cuántas veces estuviste parado acá mismo en frente mío y ni siquiera me miraste? ¿Cuántas veces intenté empezar a hablarte y ni siquiera me escuchaste?

-Es que ella era todo…

-Damián ¿Tú estás consciente de que yo soy la única persona que realmente puede ayudarte?


-Nadie puede ayudarme…la necesito tanto.


-Claro que nadie puede ayudarte. Nadie que esté afuera tuyo puede ayudarte. Solo te puedes ayudar tú. Y yo soy tú….párame bolas Damián…

-Es que sin ella no soy nada…

Los ojos de Damián comenzaron a humedecerse y su voz comenzó a sonar entrecortada.

-¡Damián, mírame! –le dijo la imagen del espejo con voz firme y enérgica.

Damián siguió mirando hacia abajo mientras sus lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.

-¡Damián, el coño de tu madre! ¡Mirame a los ojos! –le gritó el espejo.

Levantó la vista y sus tristes ojos se encontraron con la imagen de otros dos ojos que sacaban chispas.

-¿De cuántas salimos juntos, pedazo de marico? ¿Cómo se te ocurre pensar que de ésta no vamos a salir también?–dijo su reflejo.

-Es que no sé…


-Dami…no quiero arrecharme contigo –le dijo su imagen –pero ¿es que perdiste la memoria? ¿Te olvidaste todas las que pasamos y lo bien que nos fue?

-No…no es que me haya olvidado, pero…


-¿Ya te olvidaste toda las veces que fuimos juntos a dar un examen sin saber un carajo…y lo bien que la piloteamos? Y eso que decíamos “Nos van a volver mierda”… pero cuando estábamos bien en sintonía uno con el otro no nos volvía mierda nadie.


-Es verdad –dijo Damián secándose una lágrima.

-¿Y te acuerdas lo que lloramos juntos aquella tarde en el hospital?...pero bueno…la vida nos tira palos que hay que soportar a veces….pero si seguimos viviendo después de esa…¿cómo no vamos a remontar ésta? Si tantas veces aprendimos que lo que no te mata te hace más fuerte…¿no nos vamos a olvidar ahora, no?

Damián se paró más derecho frente al espejo y mirando a su imagen a los ojos dijo:

-Perdóname


-¿Qué tengo que perdonarte?

-Haberme olvidado de ti….haberte dejado totalmente de lado poniendo todos mis sentidos en otra persona.

-No tengo nada que perdonarte….solo que me partía el alma verte tan desorientado, tan triste, tan dependiente…y no poder hacer nada. Me quedé afónico de gritarte, pero tú no me escuchabas…


-No es tarde para que arranquemos juntos de nuevo ¿verdad?

-¿Tarde? ¿Cómo va a ser tarde? Nunca es tarde.

-¿Sabes de que me estoy acordando? –preguntó Damián.

-¿De qué? –le respondió su imagen.

-Del día que el chamo ese quería darse coñazos conmigo y tú me dijiste “Quedate quieto, chamo”….creo que me salvaste la vida…


-Sí…pero tuve motivos egoístas para hacerlo.

-Juaa…si eres parcha! –se rió Damián.

-Juuaaa… -rió también el espejo.

-También me acuerdo cuando nos cojimos a la chama esa que parecía un tipo, ese día que no podíamos con el queso...

-De eso te acordarás tú….yo me olvidé…


-Juuaaa… malparido!

Ambos se quedaron mirando el uno al otro, hasta que la risa fue desapareciendo, convirtiéndose en una sonrisa alentadora.

-¿Y entonces? ¿Vamos po' encima? –dijo la imagen reflejada.

-Obvio que vamos, papá! Con dos cojones! –respondió Damián.

Y así siguieron ambos, pasándose espuma por la cara…y luego la hojita cuidadosamente, en una sincronización perfecta. Ya no eran dos. Ya eran otra vez uno, pero habiéndose reencontrado el uno con el otro.

Damián terminó de afeitarse, se secó la cara, se vistió y se contemplo con orgullo, amor propio y admiración.

Se disponía a abandonar el baño cuando volvió a girar y miró otra vez sus ojos en el espejo.

-Una cosa más –dijo Damián.

-¿Qué? –respondió su imagen.

-Feliz día mi amigo.

sábado, 17 de agosto de 2013

Principio de Incertidumbre: La dulce Carola de Ismael Serrano...

Yo conozco la historia de un tipo que se enamoró desde una ventana. 

Es la historia de un amigo, vive en México, en el D.F., trabaja en la octava planta de un edificio, en unas oficinas en el centro de la ciudad. 

Y un día, estaba con la mirada perdida en el smog del D.F. cuando bajó la mirada del cielo a la calle; o más bien del smog al cielo, porque allí estaba ella, la dulce Carola, de belleza soberbia, radiante cruzaba la calle, y a sus pasos se detenía toda la ciudad. En frente, había un edificio en obras, y todos detenían su ritmo frenético para observar aquella mujer. 

Un obrero estuvo tentado de lanzarle un piropo, pero el de al lado le dio un codazo para callarlo; tal era el silencio litúrgico que imponía esa mujer. Y mi amigo se quedó embobado mirando aquella mujer, cruzando la calle... Ella iba pensando en lo suyo, pensando quizás en lo duro que iba a ser su nuevo trabajo en el restaurante de la esquina. Se quedó embobado viendo cómo la puerta del restaurante devoraba a aquella mujer menuda, y supo mi amigo que nada sería igual. 


A la mañana siguiente, después de haber estado toda la noche pensando en aquella mujer, mi amigo salió a la ventana, se asomó... Y allí la encontró. Y aquella cita era diaria, aquella cita se convirtió en una obsesión; día a tras día mi amigo se asomaba a la ventana y la veía pasar, se preguntaba como sería ella, como sería su vida, como despertaría, como dormiría. Pasaban los días, y pasaban los meses, y mi amigo a veces creía percibir el perfume de ella desde lo alto del edificio, fíjate. Creía escucharla tararear una canción y la melodía le perseguía durante todo el día. Y pasaban los meses, y pasaron años... Y mi amigo asomado a la ventana, preocupándose cuando la veía caminar bajo la lluvia sin paraguas, preocupado cuando la creía ver mas delgada... Paso mucho tiempo, y muchas veces estuvo tentado de bajar los ocho pisos para decirle a aquella mujer, que: ¡que diablos! que la amaba. Pero no lo hizo. 


Y paso mucho tiempo, cuatro años asomado a la ventana, y planeando el momento preciso para acercarse a ella... Y por fin tomo una decisión: sería este día. Ese día terrible, mi amigo se sorprendió un poco cuando no la vio pasar por debajo de su ventana, pero aún así se fue a buscarla al restaurante; buscó a Carola entre las mesas pero no la encontró, así que preguntó al encargado. Le dijo que Carola se había marchado, no del restaurante, del D.F... Se había ido a Acapulco con su familia, y no iba a volver más... 


Y mi amigo supo del sabor amargo de la derrota. Supo que aquella mujer no volvería a cruzar por debajo de su ventana, y subió los ocho piso arrastrando los pies, y no se sorprendió cuando en la octava planta encontró a todo el mundo alborotado, de un lado para otro, frenéticos. Alguien con el rostro desencajado le dijo que la empresa había quebrado, que estaban en la bancarrota, así que todos en la calle. En un día había perdido todo: la mujer que amaba, el trabajo,... Volvió para casa, no muy sorprendido, todo encajaba. El mundo se derrumbaba y lo hacia todo de una vez 


Durante mucho tiempo estuvo abandonándose en casa, sin saber que hacer, y solamente pensando en la Dulce Carola. Primero sin el valor para salir a buscarla a Acapulco, y luego sin la plata necesaria. Pasó otro año, 5 años desde que vio a Carola por primera vez, y decidió, pues, tomar una decisión. Empezó a buscar trabajo, pero mi amigo tenia 39 años, y en México no es fácil encontrar trabajo a esa edad, porque ya no eres el joven agresivo que buscan las empresas, sabes?, y en todas las entrevistas de trabajo le decían que no y que no. Así que mi amigo decidió tomar una decisión que cambió su vida. Decidió buscar a un coyote (un coyote en México es un tipo que se dedica a negocios turbios). Veréis, mi amigo buscaría a un coyote para que le hiciese una falsificación de la partida de nacimiento; mi amigo bien podría aparentar 34, así que le pediría al coyote una partida de nacimiento que dijera que tiene 34 para así poder acceder a algún puesto de trabajo. Así pues, mi amigo se fue para la Plaza de Santo Domingo, cerca del Zócalo, donde están los coyotes...Y ahí tienes a mi amigo perdido, colgado de un lado para otro. Se acabó perdiendo entre las callejuelas, y apareció en un callejón inhóspito, en un portal antiguo, viejo. Observó como un anciano le sonreía y le hacia señas para que le siguiera. Mi amigo siguió a aquel misterioso hombre, y supo que era un coyote. Le dijo: - yo soy tu hombre, se lo que necesitas, - si ya se, necesito una partida de nacimiento que falsifique que tengo 34, - vale, vale, dame tus datos. Empezó a tomar datos, y mientras tomaba datos, el viejo coyote, le dijo: 


-¿ Alguna vez estuviste en Acapulco? 


Y a mi amigo le dio un vuelco al corazón y se deshacía en el ácido del recuerdo, - Nunca.- El viejo le dijo: " Veras, yo vivo cerca de la autopista hacia Acapulco, cerca de Tepozán, ¿Conoces la curva del autopista?" ¿conocéis la leyenda, verdad?, mi amigo también; la del fantasma que hacía autostop en el mismo sitio, que se subía en el primer coche y desaparecía en la misma curva en que se mato... Aquella carretera estaba deshabitada. Casi nadie pasaba por allí por miedo al fantasma. mi amigo asintió, y el viejo le dijo: "Pues veras, muchas veces he estado tentado de agarrar la autopista para Acapulco y empezar de nuevo... Espera un momento". Y mi amigo, se quedó pensando en Acapulco y mil huidas. Al rato vino el viejo coyote, con los documentos falsos, y se fue para casa. Aquella noche sólo pudo dormir con el recuerdo de la Dulce Carola . 


A la mañana, el teléfono sonó bien temprano. Alguien al otro lado le decía: "Oye que tienes que venir a la reunión, que es urgentísimo, que tienes que estar aquí, vente para la oficina!". Y mi amigo colgó el teléfono, maldiciendo al tipo al otro lado de la línea: "¡la oficina!..bah". El caso es que antes de despedirse, el coyote le había dicho: "Ten cuidado, vuelves a tener 34 años, no repitas lo errores". Y pensó en las palabras del coyote mientras se despertaba; encendió la radio, y en la radio las noticias de otras veces... Mi amigo buscando los papeles del coyote; no los encontraba... De repente alguien dijo la fecha: era la de hacía 5 años. Bajó corriendo las escaleras y compró el primer periódico que vio. Miró la fecha... y era la de hacía cinco años. Volvía tener 34 años. Agarró el primer taxi que vio, se fue para su oficina volando, subió las ocho plantas corriendo, y allí estaba todo igual: su mismo despacho, la misma gente...Y la misma ventana. Mi amigo se acercó a ella, se asomó y su aliento se detuvo; como toda la ciudad, al paso de la Dulce Carola. Todo empezaba de nuevo. 


Ahí tienes a mi amigo, con todo el futuro por delante, o con todo el pasado, no se muy bien. Volviendo a mirar por la ventana y encontrándose con aquella mujer; ahora jugaba con ventaja, porque conocía los plazos del tiempo que le quedaba. Aún así, dejó pasar el primer año deleitándose, asomándose por la ventana, y planificando bien la declaración de amor; pensando en la pose precisa, en las palabras adecuadas, y dejó pasar el tiempo. Un día se presentó en el restaurante a la hora de comer, se sentó en la primera mesa que vio libre, y vio a Carola, deambulando entre las mesas, se acercó, se puso delante de él, y le dijo: "¿Qué desea?". Aquel era el momento, ésa era su oportunidad, así que su garganta se tensó como una guitarra, y mirándola le dijo: 


"Una sopa de cebolla y un filete de ráchela bien cocido, por favor". 


Carola tomó nota y se fue. Mi amigo se estuvo maldiciendo toda la noche, así que al día siguiente,ahí le tienes, sentando a la mesa, mirando a Carola, clavando sus pupilas en las de ella y diciendo: "una sopa de cebolla y unos tacos de camarones, por favor". Y al día siguiente, armándose de valor: "Una sopa de cebolla sólo, por favor". Y así, día tras día, asomándose por las ventanas viéndola pasar, y a la hora de comer asomándose a una sopa de cebolla... Y el tiempo pasaba. A veces mi amigo creía que ella fijaba su vista en él, y entonces, ahhhh amigo... Entonces las palomas del parque volaban, los borrachos en las tabernas brindaban a su salud, los feligreses en las iglesias se abrazaban, y los soldados en primera línea de fuego se daban largos besos en la boca. Qué va. Ella no reparaba en él. Y pasaba el tiempo, pasaban los días, pasaban los meses, y pasaban los años, años de sopa de cebolla. Por fin llego el momento; no podía retrasar más la declaración. Al día siguiente Carola se iba, y aquella noche casi no durmió mi amigo. Pero al día siguiente ahi se presento, se acercó a Carola como todos los días, y le dedico una sonrisa, quizás mas afectuosa que otras veces. El caso es que se hizo silencio un instante que pareció eterno, ahí pensó decir "Me gustas cuando callas por que estas como ausente", o no se, quizás, "¿Por qué me despierto de madrugada mientras todos duermen?" Pensó en decirle:" Me dueles mansamente, me dueles, quítame la cabeza, córtame el cuello, porque nada queda de mí después de este amor". Pensó en decirle simplemente: "Quédate conmigo, por favor". Y por fin: "Una sopa de cebolla, por favor". Era inevitable. Mi amigo comió la sopa de cebolla como un condenado a muerte, en calma y en silencio, y se fue para casa. Ni siquiera pasó por su despacho, sabia que la derrota era inevitable, y a mi no me sorprende mucho porque creo que alguien dijo una vez: que "los amores cobardes, no llegan ni amores, ni a histórias; se quedan ahí, ni el recuerdo los puede salvar, ni el mejor orador conjugar". 


Al principio mi amigo se derrumbó, pero luego.... Luego también, pero trató de buscar de nuevo al coyote para encontrar la posibilidad de.... De yo qué sé. Y se fue para la plaza de Santo Domingo, y rebuscando encontró el nuevo callejón y el antiguo portal... Y no. Encontró una sucursal del Fondo Monetario Internacional; esos eran otros coyotes, no le interesaban. Así que recordó las palabras del viejo coyote: cerca de Tepozlan, recordó la curva del autostopista. Agarró el carro y se fue para allá... No se sorprendió cuando se encontró un poblado fantasma; aquel pueblo era una sombra del pasado, todo ruinas, abandonado desde hacía mas de 50 años. Empezaba a hacerse de noche. Mi amigo se sonrió, asumió la derrota y decidió volver a casa cuando ya era noche cerrada. Entró en el coche y, al poco de salir del pueblo, encontró a una chica haciendo autostop en el arcén. Mi amigo no lo dudó, paró, bajó la ventanilla, y "¿A dónde vas?": - al D.F. – "Pues sube", y al poco de subirse ella dijo: - tenga mucho cuidado en la siguiente curva. Y apenas pudo acabar la frase, porque en la última palabra sonó el reventón de una rueda, así que mi amigo, se tuvo que hacer a un lado de la carretera, y dijo: "disculpa"... Y tenías que ver la cara del autoestopista. Porque la curva quedaba lejos. 


Bueno...Pues, se detuvieron, él bajó a cambiar la rueda, y ella con él... Y empezaron a hablar; una conversación trivial, pequeñas cosas, que fueron creciendo como bolas de nieve hasta convertirse en grandes cosas - ¿Y tú de dónde eres?, - Pues yo del D.F., y él le preguntaba :"Y a qué te dedicas", y ella decía: "antes estudiaba, pero ya no"... Al rato no sé que le estaría contando él porque ella se descojonaba de risa, y jamás nadie había tardado tanto en cambiar una rueda, la verdad. Y la noche pasaba, y mi amigo le empezó a contar la história de la dulce carola, del coyote, y de la ventana, y de la sopa de cebolla, y le decía a la mujer: "¿Te lo crees?", y la mujer decía: 


"Si yo te contara... Yo sé lo que es desaparecer justo en el momento preciso, yo sé lo que es repetir la história una y otra vez.... Yo te entiendo". 


- ¿Tu crees en los amores a primera vista? – ¿acaso existen otros? 


Aquella mujer, la autostopista era hermosa, no se si tanto como Carola, pero era hermosa, triste pero hermosa. Aquel silencio fue eterno, y él le dijo: volvamos al coche, te llevo al D.F. Y mientras se subían al coche, el pensó en decirle: "Quédate conmigo, huyamos juntos a cualquier sitio, empecemos de nuevo, yo que se!", y quizás ella pensaba lo mismo, pero, sin embargo, dijo: "Ten cuidado con esa curva". Y mi amigo tuvo mucho cuidado, paso la curva, y con los ojos fijos en la carretera, mi amigo no se atrevía a mirar en el asiento de al lado. Quizás ella también se había marchado como la Dulce Carola y volvía a estar solo, y sabiéndose solo, se dirigió hacia la autopista y cuando iba a entrar en ella escucho una voz al lado que decía: 


"¿Alguna vez has estado en Acapulco?" 


Mi amigo miro en el asiento de al lado y hay seguía ella, ahora estoy seguro era mas hermosa que Carola, mi amigo dijo:" Nunca", y ella le dijo: "Pues llévame". Yse fueron, y así siguen en la carretera. Mi amigo no volvió a ver a Carola, porque lo importante no era Acapulco, lo importante era el viaje, y saber que hay que tener memoria para no repetir los errores y saber que la história no se debe repetir. 


Sobre los fantasmas, no sé si creer. Yo no sé si hay vida después de la muerte. Hay gente que se cuestiona si hay vida antes de la muerte. Yo personalmente me cuestiono si hay vida antes de las 12 de la mañana... 


El caso es que por aquella carretera ahora pasan después de media noche, no se si existe un coyote que me devuelva a mi pasado, no creo, pero yo personalmente no dejare que pases por debajo de mi ventana sin pedirte que te quedes conmigo, ni que subas a mi coche sin que emprendamos una urgente huida. 

¿Nunca te ha pasado?

¿Nunca te ha pasado que eres feliz, y crees que la felicidad será eterna?

¿Que no puedes evitar lamentar el dolor ajeno pero simplemente no puedes ponerte en los zapatos de nadie más precisamente por creer que nada te arrancará del pecho la esencia de la felicidad?

 ¿Que todo llanto te parece lejano y toda injusticia es extranjera de tu mundo...?

 Hasta que un día... 
 ...Todo acaba. 

 Si, me ha pasado. 
Pasa cientos de veces
Justo ahora no soy el único ni el primero. 
Y seguirá pasando mientras sigamos respirando, soñando, amando y creyendo.