sábado, 7 de septiembre de 2013

Quien te viera volver

Quien te viera volver
elevando plegarias a un cielo desterrado
aniquilando madrugadas a pasos gigantescos
quien te viera volver que recuerde el otoño
y pinte anaranjadas las hojas de los árboles
que en mi espalda se encajen tus manos astilladas
afianzado a las lánguidas sentencias de tus ojos
subrayados de gris por insomnios sin nombre
quien te viera volver que recoja tu canto
que almacene tus ecos en la caja de un piano
quien te viera volver
que acorrale tus piernas y te muerda las uñas
Más que eso y que nada
si volvieras acaso sin que yo lo supiera
y quien sea (alguna sombra, un gorrión, el vecino)
te miraran volver
no dudes en pedirles
que te traigan conmigo

¡Que quede entre tú, yo y la libertad!

Hoy me han dado ganas de escribirte aunque sé que no me lees. Desempolvando mis viejas ambiciones encontré una tonelada de canciones, poemas, proyectos sin concluir que aún no huelen a podrido. Muchos de ellos tienen cosas que hicieron que mi gesto de intentar recordar el cuándo, como y donde no fuese para nada fingido. ¡Yo! Hace 3 años. Desempolvé también carpetas de cuando solía hacer beats y rapeaba versos tal vez no con demasiado ingenio lírico pero sí con bastante corazón.

Cada sampleo, las alegrías increíblemente estúpidas de recibir cuarenta mil visitas en el primer beat que llegué a subir a Youtube, letras criticando la sociedad, la esclavitud, la prostitución y posteriormente cosas a las que yo consideraba más maduras, más oscuras, en fin. Cuadernos llenos de sueños jóvenes que por alguna razón no volví a saber de ellos.

Uno de mis propósitos de mi presente es retomar cada proyecto que abandoné sin dejar explicaciones, sacar lo mejor de ellos y a aquellos que no tienen salida, darles santa sepultura a las afueras de las calles memoria justo allí donde sueles sentarte a verme todos los 6 de mes y sonreír de la manera más real que lo has hecho desde que te conozco...

Ya hay muchas cosas en las que no creo, y el futuro que se veía prometedor para el chamo que improvisaba en la ducha, en el recreo, en la Plaza Bolívar y en la Sadel es más incierto que nunca. Cuando somos jóvenes aún tenemos la posibilidad de no terminar con el aura gris y con sueños verdes y cosmopólitas. Aún tengo cura.

Compañera, si existes te prometo que cuando te encuentre te enamorarás de mi manera de pensar y en el mundo que podemos crear dentro de esta cárcel de concreto y mierda en la que nos tocó vivir. Si me conociste feliz, te prometo que volveré a serlo, si me conociste triste yo te juro que no soy así. Si no me conozcas te advierto que tienes más que perder si lo haces a quedarte en la penumbra de lo que pudo ser y no será... Lo que es ya fue y lo que ya fue es como si nunca hubiese sido.

No hay final que no signifique volver a buscarnos, volver a encontrarnos, y encontrarnos un puesto en el "siempre"... Sin importar lo efímero que pueda ser ese siempre...

Que quede entre tú, yo y la libertad... 

miércoles, 28 de agosto de 2013

Empezar de cero.

Quizá mi amigo Doc no le moleste que tome prestado su automóvil siempre y cuando McFly me acompañe. Entre otras cosas imposibles sé que no soy el único que ha deseado con toda su fuerza humana disponible poder comenzar algo de cero.

Es inevitablemente horriblemente frustrante ver como las cosas que eran ya no son y que es como si nunca hubiesen sido, como si el agujero que te deja en el alma la falta que te hace todo aquello que pensaste que jamás te iba a faltar te falta. Y lo que te sobra te toca comértelo al seco.

He pensado en el presente y en el futuro, en el abismal gigante de cosas que tengo en contra y quizás lo mejor sea olvidar mi inverosímil treta de intentar regresar al piso once, cuando aún la ciudad siendo de mierda iluminaba y titilaba al ritmo de nuestros inocentes latidos. Ya no soy el mismo, te has perdido y la vida me impedirá encontrarte...

He pensado en raptarte de tu realidad, traerte a mi y darte todo lo que tengo para ti, todas esas historias que por orgullo me comí, todos los besos que preferí guardarme y todas esas sorpresas antes de que se pudran en mi interior. Pero quizás ya es muy tarde, has conocido mis cicatrices; mis lunares ya te saben a lo mismo y es algo contra lo que no puedo luchar.

Cuando al fin me doy por vencido te encuentro en sueños, me pides que lo intente una vez más, que no me rinda y me recuerdas esa carta que escribí hace unos años en los que sin remedio te hallaste protagonista, y con tu voz de la que me he enamorado como un niño que la ha escuchado durante nueve cortos meses, me haces sentirte real y posible aún...

Todo lo que tengo es para ti, aunque no lo quieras, no me busques y no me leas.

martes, 27 de agosto de 2013

Juliett (poema)

Juliett sabías que aún doy vueltas en la plaza?
buscándote entre espectros y fantasmas
y la niebla me consume,
justo antes de llegar a casa.

sabías que no soy el mismo hombre
de  diez minutos atrás?
y que tu eres otra, y doy por cierto
que no te conozco ya.

Este es un amor, que sólo con el odio se ha de entender.
Oh Juliett, ya no eres mi mujer.

Juliett sabías que nunca fui lo suficientemente fuerte?
Para poder domar tu salvaje mente.
Y que siempre supe
Que buscabas algo diferente.

sabías que no soy el mismo niño
de tres años atrás?
y que tu eres otra, y doy por cierto.
que me das curiosidad.

Este es un amor, que sólo con el odio se ha de entender.
Oh Juliett, ya no eres mi mujer.

Yo no estoy jugando contigo,
a menos que creas que lo estoy haciendo.
Te regalo mi tranquilidad y mi alma.
Creo que aún no aprendo.

Este es un amor, que sólo con el odio se ha de entender.
Oh Juliett, ya no eres mi mujer.

lunes, 26 de agosto de 2013

te odio.


"Este viejo odio 

que hiela los jazmines, 
ama tu figura aborrecible. 
Y así, si te marchas, 
quedan los rencores 
para recordarme las razones 
de por qué me eres imprescindible, 
de por qué te extraño aunque me olvides."

Mi corazón en pausa, y el tuyo seco. Me odio, odio contar los días, odio leer tu sentencia entre líneas y aún así preferir ser ciego antes de jugar a descifrar cada mentira. Odio extrañarte mientras me olvidas. Odio no querer ni poder ni imaginar olvidar... Odio hacerte fácil el trabajo de alejarte sin extrañarme... Sin morir cada noche como lo hago yo. En búsqueda de otra estrella fugaz... Odio que no sientas. Odio seguir tu rastro y no encontrarte del otro lado del espejo... Te odio de la misma manera que te echo de menos... 



"Y odio el cielo en tu rostro y las dudas, de echarte al olvido o llamarte, para contarte, qué sé yo...



en las ausencias con esos sentimientos tan fuertes y contradictorios que nos fastidian a nosotros mismos....
Te odio Ninella, te amo.


...que sigo existiendo, que te odio por fin, que no sé si el mundo resiste sin ti"


jueves, 22 de agosto de 2013

Penélope espera en Peumayén

En una ciudad portuaria como Peumayen, se podrán imaginar, las leyendas están en todas partes. Leyendas de monstruos marinos que devoran a navegantes, o que los salvan. Leyendas de amantes que se ahogaron nadando hacia el futuro. Leyendas de buques fantasma condenados por su ambición. Y como no también, inevitablemente, leyendas de despedidas.

La protagonista de esta leyenda, de esta despedida, se llamaba, como no, Penélope. No sé si el se llamaba Ulises. Y ella despidió a su amado, no muy lejos de aquí, en la costa, agitando el pañuelo blanco del desconsuelo, viendo como el horizonte consumía, a lo lejos, las velas del barco en que viajaba el hombre de su vida.

Él antes de marchar le dijo a ella:

"Amor mio tengo que partir. Nuevos horizontes me esperan. Allá donde el mar y el cielo juntan sus labios. Tesoros escondidos en el fondo de un cofre enterrado en una playa que no aparece en ningun mapa, en lejanos acantilados donde el mar susurra mi nombre a golpe de ola. Amor mi tengo que marchar, pero espérame. Espérame, por que... espérame. Regresare si, seremos los mismos, pero con la certeza de haber emprendido el viaje que anunciaban las sirenas, con la certeza de haber asumido el reto de estar vivo. Adios"

Se dieron un largo beso de pelicula y el se subio a su velero y se fue...

Y Penelope se quedo esperando, día tras día, mes tras mes, apretando el pañuelo blanco del desconsuelo contra el pecho, soñando ser fanal que atrajera a su amante. Con los ojos heridos por el salitre y el alma roja por los sargazos, mirando el lejano horizonte, tratando de adivinar la silueta de un barco lejano que le trajera de vuelta a su hombre.

Total que espero muchisimo la mujer y nosotros aqui en Peumayen soliamos acercanos a ella para hacerle mas llevadera la espera. Le dabamos conversacion y le contabamos cualquier chisme de aqui para hacerle mas llevadera la espera, sobre todo para apartar su mirada del horizonte lejano y traerla de vuelta hasta nosotros, y le deciamos cualquier cosa que "Si no se quien se enrolla con no se cual", pero por lo general no hacia ni caso, seguia empeñada en buscar aquel velero, la silueta lejana de un barco que le trajera de vuelta a su vida.

Estaba una tarde ella, como tantas otras, en la playa, con los pies enterrados en la arena, la arena que vertio su reloj de tanto esperar, de nuevo solo sonaba el leve rumor del mar, el viejo faro de Peumayen empezaba a parpadear, nuestra amiga la gaviota cruzaba el cielo naranja. Penelope divisaba el horizonte tratando de encontrar su velero, esperando y esperando, y mientras, haciendo repaso de lo vivido, Penelope reflexionaba, tratando de llegar quizas a alguna conclusion, haciendo repaso de los caminos tomados, de las desiciones tomadas, y Penelope se dijo a si misma:

"Hasta aquí hemos llegado, yo ya no espero mas. Que voy a estar toda la vida esperando?"

"Se marchó a buscar nuevos horizontes, y no supo encontrarlos en la curva de mi espalda. Se marchó a buscar un tesoro, que se fue, a madrid?, llevan toda la puñetera vida buscandolo. Yo me voy"

Y efectivamente, al dia siguiente Penelope dejo Peumayen. Tenias que verla, de camino al autobus que le sacaba de la ciudad, con una sonrisa que no le cabia en la cara y nosotros le deciamos:

- Hasta pronto Penelope.

Y ella decia:

- Hasta nunca Chaval.

Y se fue para un pueblo del interior, que el salitre y los sargazos ya le habian jodido suficientemente la salud.

Y pronto encontró trabajo como taquillera en un viejo cine de barrio,y le va bien ahora anda en amores con el muchacho que trabaja en el proyector. Y es feliz. No solamente porque el muchacho que trabaja en el proyector tiene 15 años menos que ella, que todo influye.

Le van bien las cosas, del tipo que se marchó en su barco no hemos vuelto a saber nada, por lo menos aqui en Peumayen.

Penelope piensa en el? Si. Algunas tardes de inviernos cuando duelen esas viejas heridas que parecen no cicatrizar nunca y cuando en la pantalla de su cine aparece un barco sarandeado por un mar embravecido, entonces Penelope, como en aquella ocasion, hace repaso de lo andado, de las desiciones tomadas, de los caminos desechados, trata de llegar a alguna conclusion y se dice:

"Pobre tipo, no sabe lo que se perdio."

lunes, 19 de agosto de 2013

Damián y El Espejo

Antes que nada quiero aclarar que esta es una historia de Fabio Fusaro y parafraseada por mi, cambiando las expresiones y argentismos para hacerlo lo más agradable posible. Mis infinitos agradecimientos al maestro Fusaro. En el futuro tal vez cite algunas de sus frases.


Damián salió de la ducha y se paró frente al espejo. 

Batió la crema de afeitar, se puso un poco en la mano y comenzó a pasársela por la cara.
Su cuerpo estaba ahí, pero su mente estaba en otro lado. En el mismo lugar que había estado durante las últimas seis semanas.

Un “Hola” proveniente de algún lado lo sacó de su letargo.

Giró la cabeza en un acto reflejo, pero obviamente no encontró a nadie. La voz le parecía extremadamente familiar.

-Acá, Damián, en frente tuyo –volvió a escuchar.

Casi con temor miró hacia delante y se encontró con la triste imagen de sí mismo que el espejo le devolvía.

-Sí chamo, soy yo el que te habla…o soy tú, como quieras llamarme…tanto tiempo ¿no? –le dijo su reflejo.

La sensación de temor cambió inmediatamente por una mezcla de sorpresa, vergüenza y culpa.

-Me tienes olvidado, oiste? –le dijo el del espejo con un tono que mezclaba el reproche con el dolor.

-No...bueno…un poco…tu sabes como estoy... -respondió Damián.

-Sí, claro que lo sé. Me acuerdo como nos gustó la chamita esa el día que la conocimos.


-Y bueno, entonces me entiendes.


-Tú dijiste “es un ángel”….y yo te dije “cálmate hermano... ve poco a poco”, pero a partir de ahí te arrancaste solo y te olvidaste de mí.

-Coño chamo…no estoy para reproches…estoy vuelto mierda... No estaba preparado para perderla... No puedo olvidarla...


-Dami…todos estamos preparados para perder cualquier cosa y para seguir adelante. Lo que no podemos es olvidarnos de nosotros mismos. Y tú te olvidaste completamente de mí. –le dijo el espejo.

-Sí, puede ser…


-¿Puede ser?  ¿puede ser?...¿Cuántas veces estuviste parado acá mismo en frente mío y ni siquiera me miraste? ¿Cuántas veces intenté empezar a hablarte y ni siquiera me escuchaste?

-Es que ella era todo…

-Damián ¿Tú estás consciente de que yo soy la única persona que realmente puede ayudarte?


-Nadie puede ayudarme…la necesito tanto.


-Claro que nadie puede ayudarte. Nadie que esté afuera tuyo puede ayudarte. Solo te puedes ayudar tú. Y yo soy tú….párame bolas Damián…

-Es que sin ella no soy nada…

Los ojos de Damián comenzaron a humedecerse y su voz comenzó a sonar entrecortada.

-¡Damián, mírame! –le dijo la imagen del espejo con voz firme y enérgica.

Damián siguió mirando hacia abajo mientras sus lágrimas comenzaban a rodar por sus mejillas.

-¡Damián, el coño de tu madre! ¡Mirame a los ojos! –le gritó el espejo.

Levantó la vista y sus tristes ojos se encontraron con la imagen de otros dos ojos que sacaban chispas.

-¿De cuántas salimos juntos, pedazo de marico? ¿Cómo se te ocurre pensar que de ésta no vamos a salir también?–dijo su reflejo.

-Es que no sé…


-Dami…no quiero arrecharme contigo –le dijo su imagen –pero ¿es que perdiste la memoria? ¿Te olvidaste todas las que pasamos y lo bien que nos fue?

-No…no es que me haya olvidado, pero…


-¿Ya te olvidaste toda las veces que fuimos juntos a dar un examen sin saber un carajo…y lo bien que la piloteamos? Y eso que decíamos “Nos van a volver mierda”… pero cuando estábamos bien en sintonía uno con el otro no nos volvía mierda nadie.


-Es verdad –dijo Damián secándose una lágrima.

-¿Y te acuerdas lo que lloramos juntos aquella tarde en el hospital?...pero bueno…la vida nos tira palos que hay que soportar a veces….pero si seguimos viviendo después de esa…¿cómo no vamos a remontar ésta? Si tantas veces aprendimos que lo que no te mata te hace más fuerte…¿no nos vamos a olvidar ahora, no?

Damián se paró más derecho frente al espejo y mirando a su imagen a los ojos dijo:

-Perdóname


-¿Qué tengo que perdonarte?

-Haberme olvidado de ti….haberte dejado totalmente de lado poniendo todos mis sentidos en otra persona.

-No tengo nada que perdonarte….solo que me partía el alma verte tan desorientado, tan triste, tan dependiente…y no poder hacer nada. Me quedé afónico de gritarte, pero tú no me escuchabas…


-No es tarde para que arranquemos juntos de nuevo ¿verdad?

-¿Tarde? ¿Cómo va a ser tarde? Nunca es tarde.

-¿Sabes de que me estoy acordando? –preguntó Damián.

-¿De qué? –le respondió su imagen.

-Del día que el chamo ese quería darse coñazos conmigo y tú me dijiste “Quedate quieto, chamo”….creo que me salvaste la vida…


-Sí…pero tuve motivos egoístas para hacerlo.

-Juaa…si eres parcha! –se rió Damián.

-Juuaaa… -rió también el espejo.

-También me acuerdo cuando nos cojimos a la chama esa que parecía un tipo, ese día que no podíamos con el queso...

-De eso te acordarás tú….yo me olvidé…


-Juuaaa… malparido!

Ambos se quedaron mirando el uno al otro, hasta que la risa fue desapareciendo, convirtiéndose en una sonrisa alentadora.

-¿Y entonces? ¿Vamos po' encima? –dijo la imagen reflejada.

-Obvio que vamos, papá! Con dos cojones! –respondió Damián.

Y así siguieron ambos, pasándose espuma por la cara…y luego la hojita cuidadosamente, en una sincronización perfecta. Ya no eran dos. Ya eran otra vez uno, pero habiéndose reencontrado el uno con el otro.

Damián terminó de afeitarse, se secó la cara, se vistió y se contemplo con orgullo, amor propio y admiración.

Se disponía a abandonar el baño cuando volvió a girar y miró otra vez sus ojos en el espejo.

-Una cosa más –dijo Damián.

-¿Qué? –respondió su imagen.

-Feliz día mi amigo.